sábado, 8 de diciembre de 2007

De elefantes, literatura y miedo: la comunicación americana.

Hombres de maíz de Miguel Ángel Asturias, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, Hombres de maíz, el mito como tiempo y palabra; de Miguel Ángel Asturias: el autor nos narra el cómodo desarrollo hacia lo político en su posterior trilogía bananera, por pasar de la tiranía de la novela sobre la tiranía interna de un país a la que tratan la tiranía externa del imperialismo. Gaspar Hom es el cacique de las tierras que inicia una guerra contra de los que siembran maíz con fines comerciales.
Michojon, que al morir el cacique, los brujos de las luciérnagas habían augurado la muerte de todos los conductores del veneno y de sus hijos y que su semilla de girasol sea tierra de muerto en las entrañas de sus mujeres, la maldición comienza a cumplirse en el segundo capitulo. Coronel Chalo Godoy: las palabras de los brujos pasan cada vez más en la memoria del último maldito, el coronel Chalo Godoy. Toda la cabalgata en la postrer día de su vida, la luz va jugando con él, rodeándolo lentamente de signos de su próxima desaparición, gusanos de fuego, resplandor de caos, que él no sabe interpretar, hasta que será quemado vivo. María Tecun: esta historia del ciego Goyo Yle, quien recupera la vista para poder buscar a la mujer Maria Tecun que lo ha abandonado. El capitulo narra el proceso de un olvido, la perdida progresiva de una mujer dentro de los senderos de la memoria, debido al paso pasito del tiempo.

La novela parece, al clausurar en una gran metáfora cerrada de la vida, aceptar esta imagen de la esencia del hombre. Esta condición de extrema impotencia de la momia, queda subrayada por su yuxtaposición con otro guerrero; que al contrario, esta lejos de encontrarse marginado de la historia; Julio Cesar. Esto se debió al hecho de que Julio Cesar empleo las tácticas sugeridas por un general romano en sus comentarios. Quizá en la misma época en que el hombre que ahora es calavera en una cueva putrefacta regio su tribu. El recurso del método es la sarcástica exploración del ejercicio del poder, al sobrevivir a su tiempo.

A Marcel Proust no se le nombra ni una vez en el texto de el recurso del método. Es una omisión que no puede ser casual.

Selecciones Reader’s Digest es abiertamente reaccionario. Es proverbial su defensa del modo de vida occidental, cristiano anglosajón capitalista y norteamericano, atacan al comunismo y a los países socialistas , la manera en que la revista concibe el proceso de la comunicación y aprovecharon una serie de contradicciones generales entregar cierto tipo de información a un lector que carece de ella y que no la puede ingerir en otros medios, siente la necesidad de dominar algunas porciones del conocimiento, el lector recibe lo mejor de libros y revistas. Es decir, Reader’s Selecciones entre miles y miles de publicaciones lo meramente novedoso, para poder permanecer en la mente del comprador. Enfrenta algún problema que ha hecho crisis en la sociedad, por ejemplo armamentismo, hambre, drogas etc.
Por medio del Readers, el lector puede informarse de todo, pero sin perder su condición de hombre común. Acumula conocimientos pero lo hace de una manera tan particular que no permuta su ser, eso irreducible que es su practica cotidiana es sacrosanta perspectiva que lo confirma en su regularidad.
La sociedad capitalista norteamericana y el tipo de hombre que la sufre a este hombre se le ofrece un mundo de posibilidades supuestamente infinitas. El capitalismo convierte al hombre en pequeñas tuercas compitiendo enloquecidamente con los demás para poder subsistir solitario, desconfiado dentro del cajón de su pequeño oficio experto en rincones. Readers viene a materializar los sueños de esos hombres recreando compensatoriamente el homo universales que la cultura burguesa elevo al mito desde el renacimiento adelante la revista logra en su lectura lo que la sociedad no puede lograr en la realidad. Por un instante burbujeante, fantástico, cada uno se convierte en sabelotodo.
La función de la literatura infantil de consumo masivo en la sociedad capitalista es coadyuvar para el niño preinterprete las contradicciones de la realidad, naturales a medida que las vayan contando como hechos perfectamente claros comprensibles y hasta inevitables. El niño debe tener su alcance de antemano, las respuestas ideológicas que sus padres han internalizado, formas de pensar, sentir, vivir que superan y unifican en la mente las tensiones que el crecimiento hará cada día mas evidente.
Babar, es la historia de un paquidermo cualquiera que, debido a su peculiar educación y vínculo con el mundo de los hombres se convirtió en el rey de los elefantes, salvando y transformando a su país. Nace como un elefante común, un cazador malo mata a su mama y lo fuerza a escapar del bosque y a dirigirse a la deslumbrante ciudad. Después, Babar va a transformarse sin perder su apariencia de animal a un ser humano. Babar regresa y adquiere los conocimientos y pautas del mundo que lo cobija y aprende a comportarse frente a la realidad de cierta manera normativa.
El sueño burgués aseguraba que se encontraría nativos dispuestos a civilizarse, tal es el caso de Babar. Babar se casa con Celeste al mismo tiempo de su coronación, y se van de luna de miel. Para este efecto, tiene un globo, en que ellos se elevarían por encima de los demás elefantes. Este es un motivo recurrente: subir. El crecimiento de Babar sigue muy de cerca el desarrollo de una burguesía dependiente. También el nombre de Babar, recuerda lo infantil: el balbuceo, tartamudear, la repetición ingenua de silabas. Pero también es un modo de referirse a Papar, el padre, el modelo futuro y admirado y como si esto fuera poco se le une la idea de bárbaro (bárbaro en francés) un bárbaro que le falta una R, un casi bárbaro ,un semi, un quizás, un quien sabe. Detrás de babar se palpa entonces la teoría racista con que el capitalismo ha justificado antropológicamente su predominio. Las nuevas formas de la literatura infantil tendrán que surgir en la lucha por una nueva sociedad, se harán necesarias en ese combate. Solo la destrucción del sistema capitalista, la derrota día a día del neocolonialismo económico y mental, pueden garantizar que algún día, por fin Babar se arriesgue a matar a la anciana señora, y en la perdida de su inconsciencia reconozca el primer paso en el camino hacia su liberación total.

domingo, 25 de noviembre de 2007

CONTROL DE LOS MEDIOS CONTROL DEL HOMBRE.


Igor Caruso menciona que para entender mejor el psicoanálisis lo comprendamos como el las motivaciones individuales de un proceso general por que el proceso histórico es vivido y representado individualmente.

Los medios de masa particularmente aquellos en que prevalece el elemento comercial, puede prevalecer una especie de conformismo social, una lealtad irreflexiva a nuestra estructura social.

Para entender mejor a que nos referimos al hablar de “control de los medios control del hombre” empezaremos con que son los medios. Los medios también son un poderoso aparato educativo no como suministro de conocimientos o información, sino mucho más orientado a una forma de vida transmitiendo en suma una ideología, educando para la creación y mantenimiento del tipo de hombre necesario para la estructura dominante.

Los animales están pintados para representar ese mundo sin la polución de los esquemas socioeconómicos. Los personajes son tipos humanos cotidianos que se encuentran en todas las clases, países y épocas, de esta manera surge un trasfondo moral: el niño aprende el camino ético y estético adecuado y tales divertidos dibujos es para atrapar a los niños y no para liberarlos. Los directores de radio, de televisión, de revistas y diarios, y en el fondo tienen responsabilidad los anunciantes, los que transmiten influjos culturales, a veces buenos, a veces malos, que influyen decididamente en el futuro del país y en la formación individual a sus hijos.


La teoría del aparato psíquico es punto medular y síntesis de la teoría analítica. Señala que el niño nace puro “ello” (puro impulso biológico), a partir de las cuales surgen el “yo” (adaptación en virtud del contacto con la realidad) y el “superyo” (es la conciencia moral, juez, censor, según Freud del complejo de Edipo).

Puede afirmarse que la mayor parte de las emisiones pasan por enzima de los niveles de conciencia para penetrar inconcientemente, se procura dar razones en el sentido del mecanismo psiconoalitico de racionalización. Ambos casos, los mensajes son propulsores de una toma de pocision, o una actividad que se busca sea compatible con los intereses con la estructura y superestructura dominantes.

El aspecto esencial en el proceso de formación del yo según el psicoanálisis esta determinado por identificaciones, “proceso psicológico mediante el cual un sujeto asimila un aspecto, una propiedad, un atributo de otro y se transforma, sobre el modelo de este.

El ideal del yo es, por lo tanto, la herencia del complejo de Edipo y, así, expresión de las más potentes mociones y los más importantes destinos libidinales del ello. Mediante su intuición, el yo se apodera del complejo de Edipo y simultáneamente se somete, él mismo, al ello mientras que el yo es esencialmente representante del mundo exterior, de la realidad, el superyó se le enfrenta como abogado del mundo interior, del ello. El superyó, socialmente considerado, como un representante de valores consagrados. Schneider dice que el superyó se convierte en garante psicológico de todas las s representaciones tradicionales de valor de moral que se oponen al progreso social.

La producción de la “locura” a través de los medios puede ser considerado, el principio, desde tres perspectivas teóricas destintas:

Primer concepto teórico a utilizar- que surge de la filosofía y la sociología- es el de alienación dentro de la obra de Marx.

El segundo marco teórico es psicoanalítico y se vincula al principio de realidad con las neurosis y psicosis.

Un tercer y último aporte teórico sobre el tema de este capitulo, en gran medida vinculado a los anteriores, es el que surge de la perspectiva de la escuela de Palo Alto, la esquizofrenia, cuando una persona se be atrapada en una situación de doble vinculo, responde defensivamente de una manera similar a la del esquizofrénico.




BIBLIOGRAFÍA:

“CONTROL DE LOS MEDIOS CONTROL DEL HOMBRE”
ENRIQUE GUISBERG,
ED. PANGEA S.A. DE C.V. 1988
MÉXICO, D.F.

martes, 20 de noviembre de 2007

FILOSOFIA COMO ARMA DE LA REVOLUCIÓN
Presenta el pensamiento marxista como una metodología científica de interpretación de la historia que rompe con las visiones humanistas e idealistas cuyas ejes centrales son las contradicciones inherentes en los modos de producción y la estructura dominante de las relaciones sociales. El marxismo no es tanto una cosmovisión como una ciencia revolucionaria de interpretación de la estructura social. A partir de Marx, Freud, Lacan y Kuhn, entre otros, Althusser creó su análisis estructural. Althusser sostuvo que el pensamiento de Marx no era hegeliano, negando así el carácter humanista o idealista del marxismo. Althusser amplía la definición del Estado planteada por Marx y reemplaza la idea de 'aparato estatal' -basado en la dialéctica de la lucha de clases- por una visión dual del mismo, donde se distinguen los instrumentos represivos (fuerzas armadas, policía...) de las funciones de los aparatos ideológicos del Estado. Más que una relación causal entre la ideología y la lucha de clases, donde se produce la dominación de una clase sobre otra, Althusser recrea unas relaciones más complejas. La sociedad aparece formada por una jerarquía de estructuras independientes entre sí, aunque sujetas a los valores dominantes.Los medios de comunicación son para Althusser instrumentos destinados a la reproducción de las relaciones sociales. Aparecen como 'aparatos ideológicos' del Estado, que aseguran la adhesión inconsciente de los individuos a los valores que definen la estructura social y despliegan los mecanismos de la dominación social. Junto a los medios, esa misión es cubierta por la escuela, la iglesia, el arte, los deportes y la familia. Los medios articulan el sistema de relaciones y dan significado a la estructura social, argumentando la dominación o el liderazgo cultural a través de su capacidad de seducción y persuasión para la implantación de los valores dominantes (políticos, económicos, religiosos...), la creación de una opinión favorable, la inducción de hábitos, etc. Forman parte de una estructura de instrumentos redundantes que permite establecer las posiciones dominantes sin recurrir a los aparatos represivos convencionales (fuerzas armadas, policía, etcétera).Althusser estudia otras expresiones del 'aparato ideológico' del Estado, como el arte o el cine. El arte permite descubrir la ideología de lo promueve, la huella del pensamiento que transmite. Ejerció una clara influencia en el desarrollo de los estudios culturales, especialmente a través de la figura de Stuart Hall.
El pensamiento, el razonamiento en toda su forma es el arma que se tiene para vencer el enemigo necio que se opone al crecimiento y desarrollo del ser humano. El filósofo se enfrenta a 2 situaciones: la política: un filosofo de oficio que se afilia a un partido, permanece siendo ideológicamente un pequeño burgués. Es necesario que revolucione su pensamiento para que pueda ocupar una posición de clase proletaria en la filosofía. La teórica: sabemos en que dirección y en que principió trabajar para definir esta posición de clase en filosofía. Pero es necesario, es teórica y políticamente urgente desarrollar la filosofía marxista.

La clase dominante hace represión por medio del estado y e estado crea una ideología por medio de las escuelas. En las escuelas se enseña solo lo que esta permitido, no crean conciencias revolucionarias, sino pacificas, se hace una formación que reconvenga a los burgueses.

La ideología se crea para beneficio de los burgueses, los hombres ya nacen con una ideología, esta a su vez ya tiene un objetivo que es dominar la conciencia del hombre ara si obtener dinero y poder. Da al pueblo poco dinero para tenerlo contento y ellos obtener su riqueza. Los libros de Marx tenían como objetivo mostrar los modos de producción de la burguesía y como trataban a los obreros y de crear doctrinas basadas en la ciencia y a razón.
Hernández Palacios Leticia Natalia
7° RR.PP
LA IDEOLOGÍA ALEMANA

La producción de las ideas y representaciones, de la conciencia, aparece al principio directamente entrelazada con la actividad material y el comercio material de los hombres, como el lenguaje de la vida real. Las representaciones, los pensamientos, el comercio espiritual de los hombres se presentan todavía, aquí, como emanación directa de su comportamiento material. Y lo mismo ocurre con la producción espiritual, tal y como se manifiesta en el lenguaje de la política, de las leyes, de la moral, de la religión, de la metafísica, etc., de un pueblo. Los hombres son los productores de sus representaciones, de sus ideas, etc., pero los hombres reales y actuantes, tal y como se hallan condicionados por un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas y por el intercambio que a él corresponde, hasta llegar a sus formaciones más amplias. La conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda la ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en una cámara oscura, este fenómeno responde a su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vida directamente físico.
Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende del cielo sobre la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida. También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales. La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también, al cambiar esa realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. Desde el primer punto de vista, se parte de la conciencia como del individuo viviente; desde el segundo punto de vista, que es el que corresponde a la vida real, se parte del mismo individuo real viviente y se considera la conciencia solamente como su conciencia.
Y este modo de considerar las cosas no es algo incondicional. Parte de las condiciones reales y no las pierde de vista ni por un momento. Sus condiciones son los hombres, pero no vistos y plasmados a través de la fantasía, sino en su proceso de desarrollo real y empíricamente registrable, bajo la acción de determinadas condiciones. Tan pronto como se expone este proceso activo de vida, la historia deja de ser una colección de hechos muertos, como lo es para los empiristas, todavía abstractos, o una acción imaginaria de sujetos imaginarios, como para los idealistas.
Allí donde termina la especulación, en la vida real, comienza también la ciencia real y positiva, la exposición de la acción práctica, del proceso práctico de desarrollo de los hombres. Terminan allí las frases sobre la conciencia y pasa a ocupar su sitio el saber real. La filosofía independiente pierde, con la exposición de la realidad, el medio en que puede existir. En lugar de ella, puede aparecer, a lo sumo, un compendio de los resultados más generales, abstraído de la consideración del desarrollo histórico de los hombres. Estas abstracciones de por sí, separadas de la historia real, carecen de todo valor. Sólo pueden servir para facilitar la ordenación del material histórico, para indicar la sucesión en serie de sus diferentes estratos. Pero no ofrecen en modo alguno, como la filosofía, una receta o un patrón con arreglo al cual puedan aderezarse las épocas históricas. Por el contrario, la dificultad comienza allí donde se aborda la consideración y ordenación del material, sea el de una época pasada o el del presente, la exposición real de las cosas. La eliminación de estas dificultades hállase condicionada por premisas que en modo alguno pueden exponerse aquí, pues se derivan siempre del estudio del proceso de vida real y de la acción de los individuos en cada época. Destacaremos aquí algunas de estas abstracciones, para oponerlas a la ideología, ilustrándolas con algunos ejemplos históricos.

Tratándose de los alemanes, situados al margen de toda premisa, debemos comenzar señalando que la primera premisa de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es que los hombres se hallen para “hacer historia”, en condiciones de poder vivir. Ahora bien, para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas más. El primer hecho histórico es, por consiguiente, la producción de los medios indispensables para la satisfacción de estas necesidades, es decir, la producción de la vida material misma, y no cabe duda de que es éste un hecho histórico, una condición fundamental de toda historia, que lo mismo hoy que hace miles de años, necesita cumplirse todos los días y a todas horas, simplemente para asegurar la vida de los hombres. Y aun cuando la vida de los sentidos se reduzca al mínimo, a lo más elemental, como en San Bruno, este mínimo presupondrá siempre, necesariamente, la actividad de la producción. Por consiguiente, lo primero, en toda concepción histórica, es observar este hecho fundamental en toda su significación y en todo su alcance y colocarlo en el lugar que le corresponde. Cosa que los alemanes, como es sabido, no han hecho nunca, razón por la cual la historia jamás ha tenido en Alemania una base terrenal ni, consiguientemente, ha existido nunca aquí un historiador. Los franceses y los ingleses, aun cuando concibieron de un modo extraordinariamente unilateral el entronque de este hecho con la llamada historia, ante todo mientras estaban prisioneros de la ideología política, hicieron, sin embargo, los primeros intentos encaminados a dar a la historiografía una base materialista, al escribir las primeras historias de la sociedad civil, del comercio y de la industria.
Lo segundo es que la satisfacción de esta primera necesidad, la acción de satisfacerla y la adquisición del instrumento necesario para ello conduce a nuevas necesidades, y esta creación de necesidades nuevas constituye el primer hecho histórico. Y ello demuestra inmediatamente de quién es hija espiritual la gran sabiduría histórica de los alemanes, que, cuando les falta el material positivo y no vale chalanear con necedades políticas ni literarias, no nos ofrecen ninguna clase de historia, sino que hacen desfilar ante nosotros los “tiempos prehistóricos”, pero sin detenerse a explicarnos cómo se pasa de este absurdo de la “prehistoria” a la historia en sentido propio, aunque es evidente, por otra parte, que sus especulaciones históricas se lanzan con especial fruición a esta “prehistoria” porque en ese terreno creen hallarse a salvo de la ingerencia de los “toscos hechos” y, al mismo tiempo, porque aquí pueden dar rienda suelta a sus impulsos especulativos y proponer y echar por tierra miles de hipótesis.
El tercer factor que aquí interviene de antemano en el desarrollo histórico es el de que los hombres que renuevan diariamente su propia vida comienzan al mismo tiempo a crear a otros hombres, a procrear: es la relación entre hombre y mujer, entre padres e hijos, la familia. Esta familia, que al principio constituye la única relación social, más tarde, cuando las necesidades, al multiplicarse, crean nuevas relaciones sociales y, a su vez, al aumentar el censo humano, brotan nuevas necesidades, pasa a ser (salvo en Alemania) una relación secundaria y tiene, por tanto, que tratarse y desarrollarse con arreglo a los datos empíricos existentes, y no ajustándose al “concepto de la familia” misma, como se suele hacer en Alemania. (Construcción de viviendas. De suyo se comprende que, entre los salvajes, cada familia tiene su propia caverna o choza, como entre los nómades ocupa cada una su tienda aparte. Y el desarrollo ulterior de la propiedad privada viene a hacer aun más necesaria esta economía doméstica separada. La construcción de ciudades representó un gran progreso. Sin embargo, en todos los períodos anteriores, la supresión de la economía aparte, inseparable de la abolición de la propiedad privada, resultaba imposible, entre otras cosas, porque no se daban las condiciones materiales para ello. La implantación de una economía doméstica colectiva presupone el desarrollo de la maquinaria, de la explotación de las fuerzas naturales y de muchas otras fuerzas productivas, por ejemplo de las conducciones, de la iluminación por gas, de la calefacción a vapor, etc., así como la supresión (de la contradicción) de la ciudad y el campo. Sin estas condiciones, la economía colectiva no representaría de por sí a su vez una nueva fuerza de producción, carecería de toda base material, descansaría sobre un fundamento puramente teórico; es decir, sería una pura quimera y se reduciría, en la práctica, a una economía de tipo conventual. Lo que podría llegar a conseguirse se revela en la agrupación en ciudades y en la construcción de casas comunes para determinados fines concretos (prisiones, cuarteles, etc.). Que la supresión de la economía aparte no puede separarse de la supresión de la familia, es algo evidente por sí mismo. (Nota de Marx y Engels).
Por lo demás, estos tres aspectos de la actividad social no deben considerarse como tres fases distintas, sino sencillamente como eso, como tres aspectos o, para decirlo a la manera alemana, como tres “momentos” que han existido desde el principio de la historia y desde el primer hombre y que todavía hoy siguen rigiendo en la historia.
La producción de la vida, tanto de la propia en el trabajo, como de la ajena en la procreación, se manifiesta inmediatamente como una doble relación –de una parte, como una relación natural, y de otra como una relación social-; social, en el sentido de que por ella se entiende la cooperación de diversos individuos, cualesquiera que sean sus condiciones, de cualquier modo y para cualquier fin. De donde se desprende que un determinado modo de producción o una determinada fase industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de cooperación o una determinada fase social, modo de cooperación que es, a su vez, una “fuerza productiva”; que la suma de las fuerzas productivas accesibles al hombre condiciona el estado social y que, por tanto, la “historia de la humanidad” debe estudiarse y elaborarse siempre en conexión con la historia de la industria y del intercambio.
Pero, asimismo es evidente que en Alemania no se puede escribir este tipo de historia, ya que los alemanes carecen, no sólo de la capacidad de concepción y del material necesarios, sino también de la “certeza adquirida” a través de los sentidos, y que de aquel lado del Rin no es posible reunir experiencias, por la sencilla razón de que allí no ocurre ya historia alguna. Se manifiesta, por tanto, ya de antemano, una conexión materialista de los hombres entre sí, condicionada por las necesidades y el modo de producción y que es tan vieja como los hombres mismos; conexión que adopta constantemente nuevas formas y que ofrece, por consiguiente, una “historia”, aun sin que exista cualquier absurdo político o religioso que también mantenga unidos a los hombres.
Solamente ahora, después de haber considerado ya cuatro momentos, cuatro aspectos de las relaciones históricas originarias, caemos en la cuenta de que el hombre tiene también “conciencia”. Pero, tampoco ésta es de antemano una conciencia “pura”. El “espíritu” nace ya tarado con la maldición de estar “preñado” de materia, que aquí se manifiesta bajo la forma del lenguaje. El lenguaje es tan viejo como la conciencia: el lenguaje es la conciencia práctica, la conciencia real, que existe también para los otros hombres y que, por tanto, comienza a existir también para mí mismo; y el lenguaje nace, como la conciencia, de la necesidad, de los apremios del intercambio con los demás hombres. (Los hombres tienen historia porque se ven obligados a producir su vida y deben, además, producirla de un determinado modo: esta necesidad está impuesta por su organización física, y otro tanto ocurre con su conciencia. Glosa marginal de Marx). Donde existe una relación, existe para mí, pues el animal no se “comporta” ante nada ni, en general, podemos decir que tenga “comportamiento” alguno. Para el animal, sus relaciones con otros no existen como tales relaciones. La conciencia, por tanto, es ya de antemano un producto social, y lo seguirá siendo mientras existan seres humanos. La conciencia es, ante todo, naturalmente, conciencia del mundo inmediato y sensible que nos rodea y conciencia de los nexos de los nexos limitados con otras personas y cosas, fuera del individuo consciente de sí mismo; y es, al mismo tiempo, conciencia de la naturaleza, que al principio se enfrenta al hombre como un poder absolutamente extraño, omnipotente e inexpugnable, ante el que los hombres se comportan de un modo puramente animal y que los amedrenta como al ganado; es, por tanto, una conciencia puramente animal de la naturaleza (religión natural).
Inmediatamente, vemos aquí que esta religión natural o este determinado comportamiento hacia la naturaleza se hallan determinados por la forma social, y a la inversa. En este caso, como en todos, la identidad entre la naturaleza y el hombre se manifiesta también de tal modo que el comportamiento limitado de los hombres hacia la naturaleza condiciona el limitado comportamiento de unos hombres para con otros, y éste, a su vez, su comportamiento limitado hacia la naturaleza, precisamente porque la naturaleza apenas ha sufrido aún ninguna modificación histórica. Y, de otra parte, la conciencia de la necesidad de entablar relaciones con los individuos circundantes es el comienzo de la conciencia de que el hombre vive, en general, dentro de una sociedad. Este comienzo es algo tan animal como la propia vida social en esta fase: es simplemente, una conciencia gregaria y, en este punto, el hombre sólo se distingue del carnero por cuanto su conciencia sustituye al instinto o es el suyo un instinto consciente. Esta conciencia gregaria o tribual se desarrolla y perfecciona después, al aumentar la producción, al acrecentarse las necesidades y al multiplicarse la población, que es el factor sobre que descansan los dos anteriores. De este modo se desarrolla la división del trabajo, que originariamente no pasaba de la división del trabajo en el acto sexual y, más tarde, de una división del trabajo introducida de un modo “natural” en atención a las dotes físicas (por ejemplo, la fuerza corporal), a las necesidades, las coincidencias fortuitas, etc., etc. La división del trabajo sólo se convierte en verdadera división a partir del momento en que se separan el trabajo físico y el intelectual. (La primera forma de los ideólogos, los sacerdotes, decae. Glosa marginal de Marx). Desde este instante, puede ya la conciencia imaginarse realmente que es algo más y algo distinto que la conciencia de la práctica existente, que representa realmente algo sin representar algo real; desde este instante, se halla la conciencia en condiciones de emanciparse del mundo y entregarse a la creación de la teoría “pura”, de la teología “pura”, la filosofía y la moral “puras”, etc. Pero, aun cuando esta teoría, esta teología, esta filosofía, esta moral, etc., se hallen en contradicción con las relaciones existentes, esto sólo podrá explicarse porque las relaciones sociales existente se hallan, a su vez, en contradicción con la fuerza productiva existente; cosa que, por lo demás, dentro de un determinado círculo nacional de relaciones, podrá suceder también a pesar de que la contradicción no se dé en el seno de esta órbita nacional, sino entre esta conciencia nacional y la práctica de otras naciones; es decir, entre la conciencia nacional y general de una nación. Por lo demás, es de todo punto indiferente lo que la conciencia por sí solo haga o emprenda, pues de toda esta escoria sólo obtendremos un resultado, a saber: que estos tres momentos, la fuerza productora, el estado social y la conciencia, pueden y deben necesariamente entrar en contradicción, entre sí, ya que, con la división del trabajo, se da la posibilidad, más aun, la realidad de que las actividades espirituales y materiales, el disfrute y el trabajo, la producción y el consumo, se asignan a diferentes individuos, y la posibilidad de que no caigan en contradicción reside solamente en que vuelva a abandonarse la división del trabajo. Por lo demás, de suyo se comprende que los “espectros”, los “nexos”, los “entes superiores”, los “conceptos”, los “reparos”, no son más que la expresión espiritual puramente idealista, la idea aparte del individuo aislado, la representación de trabas y limitaciones muy empíricas dentro de las cuales se mueve el modo de producción de la vida y la forma de intercambio congruente con él.
Con la división del trabajo, que lleva implícitas todas estas contradicciones y que descansa, a su vez, sobre la división natural del trabajo en el seno de la familia y en la división de la sociedad en diversas familias contrapuestas, se da, al mismo tiempo, la distribución y, concretamente, la distribución desigual, tanto cuantitativa como cualitativamente, del trabajo y de sus productos; es decir, la propiedad, cuyo primer germen, cuya forma inicial se contiene ya en la familia, donde la mujer y los hijos son los esclavos del marido. La esclavitud, todavía muy rudimentaria, ciertamente, latente en la familia, es la primera forma de propiedad, que, por lo demás, ya aquí corresponde perfectamente a la definición de los modernos economistas, según la cual es el derecho a disponer de la fuerza de trabajo de otros. Por lo demás, división del trabajo y propiedad privada son términos idénticos: uno de ellos dice, referido a la esclavitud, lo mismo que el otro, referido al producto de ésta.
La división del trabajo lleva aparejada, además, la contradicción entre el interés del individuo concreto o de una determinada familia y el interés común de todos los individuos relacionados entre sí, interés común que no existe, ciertamente, tan sólo en la idea, como algo “general”, sino que se presenta en la realidad, ante todo, como una relación de mutua dependencia de los individuos entre quienes aparece dividido el trabajo. Finalmente, la división del trabajo nos brinda ya el primer ejemplo de cómo, mientras los hombres viven en una sociedad natural, mientras se da, por tanto, una separación entre el interés particular y el interés común, mientras las actividades, por consiguiente, no aparecen divididas voluntariamente, sino por modo natural, los actos propios del hombre se erigen ante él en un poder ajeno y hostil, que lo sojuzga, en vez de ser él quien los domine. En efecto, a partir del momento en que comienza a dividirse el trabajo, cada cual se mueve en un determinado círculo exclusivo de actividades, que le es impuesto y del que no puede salirse; el hombre es cazador, pescador, pastor o crítico crítico, y no tiene más remedio que seguirlo siendo, si no quiere verse privado de los medios de vida; al paso que en la sociedad comunista, donde cada individuo no tiene acotado un círculo exclusivo de actividades, sino que puede desarrollar sus aptitudes en la rama que mejor le parezca, la sociedad se encarga de regular la producción general, con lo que hace cabalmente posible que yo pueda dedicarme hoy a esto y mañana a aquello, que pueda por la mañana cazar, por la tarde pescar y por la noche apacentar el ganado, y después de comer, si me place, dedicarme a criticar, sin necesidad de ser exclusivamente cazador, pescador, pastor o crítico, según los casos. Esta plasmación de las actividades sociales, esta consolidación de nuestros propios productos en un poder material erigido sobre nosotros, sustraído a nuestro control, que levanta una barrera ante nuestra expectativa y destruye nuestros cálculos, es uno de los momentos fundamentales que se destacan en todo el desarrollo histórico anterior, y precisamente por virtud de esta contradicción entre el interés particular y el interés común, cobra el interés común, en cuanto Estado, una forma propia e independiente, separada de los reales intereses particulares y colectivos y, al mismo tiempo, como una comunidad ilusoria, pero siempre sobre la base real de los vínculos existentes, dentro de cada conglomerado familiar y tribual, tales como la carne y la sangre, la lengua, la división del trabajo en mayor escala y otros intereses y, sobre todo, como más tarde habremos de desarrollar, a base de las clases, ya condicionadas por la división del trabajo, que se forman y diferencian en cada uno de estos conglomerados humanos y entre las cuales hay una que domina sobre todas las demás.
De donde se desprende que todas las luchas que se libran dentro del Estado, la lucha entre la democracia, la aristocracia y la monarquía, la lucha por el derecho de sufragio, etc., no son sino las formas ilusorias bajo las que se ventilan las luchas reales entre las diversas clases (de lo que los historiadores alemanes no tienen ni la más remota idea, a pesar de habérseles facilitado las orientaciones necesarias acerca de ello en los Anales Franco-Alemanes y en La Sagrada Familia). Y se desprende, asimismo, que toda clase que aspire a implantar su dominación, aunque ésta, como ocurre en el caso del proletariado, condicione en absoluto la abolición de toda la forma de la sociedad anterior y de toda dominación en general, tiene que empezar conquistando el poder político, para poder presentar su interés como el interés general, cosa a que en el primer momento se ve obligada.
Precisamente porque los individuos sólo buscan su interés particular, que para ellos no coincide con su interés común, y porque lo general es siempre la forma ilusoria de la comunidad, se hace valer esto ante su representación como algo “ajeno” a ellos e “independiente” de ellos, como un interés “general” a su vez especial y peculiar, o ellos mismos tienen necesariamente que enfrentarse en esta escisión, como en la democracia. Por otra parte, la lucha práctica de estos intereses particulares que constantemente y de un modo real se enfrentan a los intereses comunes o que ilusoriamente se creen tales, impone como algo necesario la interposición práctica y el refrenamiento por el interés “general” ilusorio bajo la forma del Estado. El poder social, es decir, la fuerza de producción multiplicada, que nace por obra de la cooperación de los diferentes individuos bajo la acción de la división del trabajo, se les aparece a estos individuos, por no tratarse de una cooperación voluntaria, sino natural, no como un poder propio, asociado, sino como un poder ajeno, situado al margen de ellos, que no saben de dónde procede ni a dónde se dirige y que, por tanto, no pueden ya dominar, sino que recorre, por el contrario, una serie de fases y etapas de desarrollo peculiar e independiente de la voluntad y de los actos de los hombres que incluso dirige esta voluntad y estos actos. Con esta “enajenación”, para expresarnos en términos comprensibles para los filósofos, sólo puede acabarse partiendo de dos premisas prácticas. Para que se convierta en un poder “insoportable”, es decir, en un poder contra el que hay que sublevarse, es necesario que engendre a una masa de la humanidad como absolutamente “desposeída” y, a la par con ello, en contradicción con un mundo existente de riquezas y de cultura, lo que presupone, en ambos casos, un gran incremento de la fuerza productiva, un alto grado de su desarrollo; y, de otra parte, este desarrollo de las fuerzas productivas (que entraña ya, al mismo tiempo, una existencia empírica dada en un plano histórico-universal, y no en la vida puramente local de los hombres) constituye también una premisa práctica absolutamente necesaria, porque sin ella sólo se generalizaría la escasez y, por tanto, con la pobreza, comenzaría de nuevo, a la par, la lucha por lo indispensable y se recaería necesariamente en toda la inmundicia anterior; y, además, porque sólo este desarrollo universal de las fuerzas productivas lleva consigo un intercambio universal de los hombres, en virtud de lo cual, por una parte, el fenómeno de la masa “desposeída” se produce simultáneamente en todos los pueblos (competencia general), haciendo que cada uno de ellos dependa de las conmociones de los otros y, por último, instituye a individuos histórico-universales, empíricamente mundiales, en vez de individuos locales. Sin esto, 1º el comunismo sólo llegaría a existir como fenómeno local; 2º las mismas potencias del intercambio no podrían desarrollarse como potencias universales y, por tanto, insoportables, sino que seguirían siendo simples “circunstancias” supersticiosas de puertas adentro, y 3º toda ampliación del intercambio acabaría con el comunismo local.
El comunismo, empíricamente, sólo puede darse como la acción “coincidente” o simultánea de los pueblos dominantes, lo que presupone el desarrollo universal de las fuerzas productivas y el intercambio universal de las fuerzas productivas y el intercambio universal que lleva aparejado. ¿Cómo, si no, podría la propiedad, por ejemplo, tener una historia, revestir diferentes formas, y la propiedad territorial, supongamos, según las diferentes premisas existentes, presionar en Francia para pasar de la parcelación a la centralización en pocas manos y en Inglaterra, a la inversa, de la concentración en pocas manos a la parcelación, como hoy realmente estamos viendo? ¿O cómo explicarse que el comercio, que no es sino el intercambio de los productos de diversos individuos y países, llegue a dominar el mundo entero mediante la relación entre la oferta y la demanda –relación que, como dice un economista inglés, gravita sobre la tierra como el destino de los antiguos, repartiendo con mano invisible la felicidad y la desgracia entre los hombres, creando y destruyendo imperios, alumbrando pueblos y haciéndolos desaparecer-, mientras que, con la destrucción de la base, de la propiedad privada, con la regulación comunista de la producción y la abolición de la actitud en que los hombres se comportan ante sus propios productos como ante algo extraño a ellos, el poder de la relación de la oferta y la demanda se reduce a la nada y los hombres vuelven a hacerse dueños del intercambio, de la producción y del modo de su mutuo comportamiento?
Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual. Las condiciones de este movimiento se desprenden de la premisa actualmente existente. Por lo demás, la masa de los simples obreros –de la fuerza de trabajo excluida en masa del capital o de cualquier satisfacción, por limitada que ella sea- y, por tanto, la pérdida no puramente temporal de este mismo trabajo como fuente segura de vida, presupone, a través de la competencia, el mercado mundial. Por tanto, el proletariado sólo puede existir en un plano histórico-mundial, lo mismo que el comunismo, su acción, sólo puede llegar a cobrar realidad como existencia histórico-universal. Existencia histórico-universal de los individuos, es decir, existencia de los individuos directamente vinculada a la historia universal.
La forma de intercambio condicionada por las fuerzas de producción existentes en todas las fases históricas anteriores y que, a su vez, las condiciona es la sociedad civil, que, como se desprende de lo anteriormente expuesto, tiene como premisa y como fundamento la familia simple y la familia compuesta, lo que suele llamarse la tribu, y cuya naturaleza queda precisada en páginas anteriores. Ya ello revela que esta sociedad civil es el verdadero hogar y escenario de toda la historia y cuán absurda resulta la concepción histórica anterior que, haciendo caso omiso de las relaciones reales, sólo mira, con su limitación, a las acciones resonantes de los jefes y del Estado. La sociedad civil abarca todo el intercambio material de los individuos, en una determinada fase de desarrollo de las fuerzas productivas. Abarca toda la vida comercial e industrial de una fase y, en este sentido, trasciende de los límites del Estado y de la nación, si bien, por otra parte, tiene necesariamente que hacerse valer al exterior como nacionalidad y, vista hacia el interior, como Estado. El término de sociedad civil apareció en el siglo XVIII, cuando ya las relaciones de propiedad se habían desprendido de los marcos de la comunidad antigua y medieval. La sociedad civil en cuanto tal sólo se desarrolla con la burguesía; sin embargo, la organización social que se desarrolla directamente basándose en la producción y el intercambio, y que forma en todas las épocas la base del Estado y de toda otra superestructura idealista, se ha designado siempre, invariablemente, con el mismo nombre.
Hernández Palacios Leticia Natalia
7° RR.PP

sábado, 27 de octubre de 2007


“LA MUJER COMO PRODUCTO DE CONSUMO”

La publicidad difunde una imagen de la mujer en base a dos modelos de la misma: a) el de ama de casa que promueve artículos alimenticios, de limpieza y accesorios domésticos, por un lado, y por el otro, b) el de la mujer atractiva y sensual, a la que se presenta como objeto sexual accesible. Los modelos femeninos que transmite la publicidad buscan reforzarse estos estereotipos, los cuales tienen una amplia difusión, dado el carácter masivo de los medios de comunicación modernos. La moda femenina que los medios producen utilizan los dos modelos mencionados, pero pone especial atención en destacar el aspecto sensual de la mujer, resaltando sus características como ser sexual.
La mujer ocupa un lugar importante en la publicidad pues es considerada como un sujeto básico en la compra en la mayor parte de las sociedades occidentales, tanto en mercancías para el hogar, para los hijos, como para ella misma. Además de ello, su imagen tiene valor como sujeto motivante, lo cual la ubica como sujeto comercial y objeto de consumo a la vez.
La revistas femeninas crean toda una "ideología femenina" que genera un comportamiento orientado hacia el consumo de artículos de arreglo personal, considerados como "prioritarios", efectuando con ello, una labor política y social al preparar a las mujeres de las grandes ciudades para adaptarse a las condiciones sociales bajo una sensación de comodidad. La publicidad interviene aquí transmitiendo un modelo que indica a la mujer cómo comportarse y actuar, qué y como debe vestir y embellecerse, cómo alimentar a la familia, etc., para lograr ser aceptada socialmente.
La publicidad difunde una imagen de la mujer en base a dos modelos de la misma: a) el de ama de casa que promueve artículos alimenticios, de limpieza y accesorios domésticos, por un lado, y por el otro, b) el de la mujer atractiva y sensual, a la que se presenta como objeto sexual accesible. Los modelos femeninos que transmite la publicidad buscan reforzarse estos estereotipos, los cuales tienen una amplia difusión, dado el carácter masivo de los medios de comunicación modernos. La moda femenina que los medios producen utilizan los dos modelos mencionados, pero pone especial atención en destacar el aspecto sensual de la mujer, resaltando sus características como ser sexual.
La mujer ocupa un lugar importante en la publicidad pues es considerada como un sujeto básico en la compra en la mayor parte de las sociedades occidentales, tanto en mercancías para el hogar, para los hijos, como para ella misma. Además de ello, su imagen tiene valor como sujeto motivante, lo cual la ubica como sujeto comercial y objeto de consumo a la vez.
La revistas femeninas crean toda una "ideología femenina" que genera un comportamiento orientado hacia el consumo de artículos de arreglo personal, considerados como "prioritarios", efectuando con ello, una labor política y social al preparar a las mujeres de las grandes ciudades para adaptarse a las condiciones sociales bajo una sensación de comodidad. La publicidad interviene aquí transmitiendo un modelo que indica a la mujer cómo comportarse y actuar, qué y como debe vestir y embellecerse, cómo alimentar a la familia, etc., para lograr ser aceptada socialmente.
La participación de la mujer es restringida en contextos de desarrollo profesional, educativo y de esparcimiento. La publicidad sexista retroalimenta los modelos sexuales que están basados en estereotipos formados por las diferentes instancias socializantes tales como la familia, la escuela, el grupo de amigos, etc., y que son reforzados por la influencia de los medios masivos de comunicación.
La moda femenina se presenta en este contexto como un conjunto de mensajes enmarcados en reales campañas publicitarias que difunden el estereotipo de la mujer sensual y seductora que funciona como modelo de identificación de millones de mujeres, que buscan un acercamiento a esta imagen por medio del consumo de las mercancías y / o servicios que a través de esa imagen se promueven. El poder y la influencia sobre los medios masivos de comunicación sobre el comportamiento humano se comprueba en el fenómeno psicosocial de la moda, que dicta las reglas del juego en materia del "buen vestir", orientando la conducta de consumo de grandes capas de la población.
La expresión de la sexualidad es parte de los ingredientes utilizados por una publicidad que busca garantizar su consumo en el marco de una atmósfera sociocultural, represora de lo sexual, pero que por otro lado, permite su estimulación a través de la publicidad, cuyos mensajes destacan a través de las imágenes, las características sexuales secundarias de la mujer para deleite del hombre.


REVISTAS FEMENINAS, LA MUJER COMO OBJETO DE CONSUMOCAROLA GARCÍA CALDERÓN

HERNÁNDEZ PALACIOS LETICIA NATALIA
7° RELACIONES PÚBLICAS
UAEM CAMPUS ORIENTE

sábado, 20 de octubre de 2007

EL PATO DONALD


El ensayo trata de demostrar de alguna forma que los medios de comunicación afectan en nuestras vidas eso es muy claro lo vemos día con día y uno de los principales influyentes es la TV. donde transmiten programas , películas , comerciales y caricaturas , al tema que me enfocaré va ser el Pato Donald ésta es una caricatura de Disney, y éste es producto o creación de EE.UU sabes que este país es uno de los más poderos en cuestión económica, tecnológica y gracias a estos recursos con los que cuenta pueden tener al mundo a sus pies hablando metafóricamente, nos preguntaremos por que, la respuesta es muy simple ellos roban los pensamientos propios que cada individuo debiese tener ya que desde muy temprana edad en el caso de los niños , toman al pato Donald como un ídolo por así decirlo es su ejemplo a seguir y van tomando las características de éste y cuando llegan a una edad madura son personas flojas, mal genio, que le gusta que todo les llegue y le sea fácil, además siempre imponiendo autoridad tal como lo hacia el pato donald en el caso de las niñas crecen con ideologías como siempre se le describe como un objeto sexual que debe conquistar a su enamorado sin posibilidades de concretar nada por otra parte siempre se le asocia a cosas banales como la moda siempre es sumisa y cumple con las funciones del hogar, esto se me ase una ideología absurda pero desafortunadamente es lo que nos da a conocer la globalización y los medios de comunicación es muy lamentable ver como nos dejamos influenciar ya que en el ejemplo que les puse de las mujeres si nos ponemos a pensar y analizar desde tiempo atrás las mujeres han luchado por igualdad de una u otra forma se les a brindado pero siempre tenemos ideologías vagas ejemplos serian como las siguientes “las niñas deben de tener color rosa , las niñas deben jugar con muñecas y ayudar a su madre con el aseo del hogar y muchos ejemplos que podríamos platear por otro lado el caso de los niños , los niños deben de ser fuertes , los niños deben jugar con autos , los niños deben mandar en casa, y si nos damos cuenta todos estos pensamientos y formas de ser los adquirimos por la tv y medios de comunicación donde las grandes potencias nos vuelven mediocres y sin pensamiento propio esto le ayuda a que siempre vamos a ser esclavos de estos ya que la mayoría de veces esto influye a que no aspiremos a un mejor nivel de vida.


Otro punto que es muy importante y a su vez es muy indignante son los capítulos de el pato donald cuando se refieren a los continuos viajes que hace la familia Disney con el objeto de esquivar la ciudad, que es donde viven y así escapar del tedio y el infierno que representa la urbe, es por esta razón que en varios capítulos el pato y sus sobrinos recorren diversas partes del mundo donde se encuentran con aventuras y con personajes con características poco comunes. Es aquí donde se hace la diferencia entre el niño de la ciudad y el buen salvaje puesto que mientras los metropolitanos son inteligentes, calculadores, cargados de mañas; los de fuera son inocentes, tontos, irracionales, desorganizados y fáciles de engañar esto es indígnate desde mi punto de vista y lo mas indignante es ver como las personas nos dejamos manipular por los medios pero aquí el punto no es la comparación el punto más importante es el respeto por las personas
Conclusiones:
Son un manual de instrucciones para los pueblos subdesarrollados sobre cómo han de ser sus relaciones con los centros del capitalismo internacional, con esto les quiero decir que nos tratan como maquinas programables a las cuales les pueden dar las instrucciones que quieran ya que como somos individuos con carencia de criterio propio lo aceptamos como este comic que llevábamos a nuestra vida diaria sin querer.


Dorfman y Mettelard; Para leer al Pato Donald
Palacios Natalia
UAEM
Campus Oriente